El entorno

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El recorrido propuesto discurre por la parte noroeste de la ciudad de Madrid, adentrándose en el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, el espacio protegido más antiguo de la Comunidad y uno de los más emblemáticos de la sierra madrileña.
Una gran reserva natural que constituye el corredor verde que une los límites del conjunto urbano de Madrid con la Sierra del Guadarrama.

La variedad paisajística que ofrece este entorno está muy ligada a los usos tradicionales que se han desarrollado, y continúan realizándose, en la comarca en la que se ubica. La actividad pastoral en dehesas de fresno y encina y la extracción de leña y carbón han sido muy importantes en la economía tradicional de la zona, a la vez que un elemento humano con gran influencia en la configuración actual del paisaje por el que discurrirá la prueba.

21 kilómetros por plena naturaleza, y a un paso de la capital, con el skyline de la gran ciudad al fondo, como testigo de esta singular actividad.

Los primeros compases de la carrera discurren por la dehesa que separa el Monte de El Pardo de la ciudad, con terrenos de siembra alternados con monte bajo.
A partir del kilómetro 4, y tras atravesar los caminos del Canal de Isabel II, nos adentramos en el trepidante y entretenido sendero que circula paralelo a la tapia de El Pardo, donde las encinas que dan nombre a esta prueba nos acompañarán hasta el final del mismo, atravesando la estación ferroviaria de El Goloso, y llegando hasta las inmediaciones de Tres Cantos.

El recorrido de vuelta a la capital transitará por una antigua vía abandonada, pero que aun conserva las piedras sobre las que tendremos que transitar al menos 1 kilómetro, para de nuevo afrontar los metros finales en el entorno semi-urbano de fincas rústicas que se encuentran a las afueras de la Capital.

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