El entorno

El entorno

Valdemaqueda está situada al Oeste de la Comunidad de Madrid, en el límite con la provincia de Ávila. El municipio tiene una extensión de de 52 km2 y una altitud de 864.00 msnm.
Esta localidad está construida siguiendo una tipología serrana, pero con características locales, lo que le confiere una personalidad propia.

Valdemaqueda surgió a partir de los poblados levantados por resineros, dada la abundante presencia de pinares en toda su extensión, que posee una importante variedad de especies forestales, entre las que destacan el pino y encina.

La construcción tradicional se compone de casas, generalmente de una sola planta, de grandes dimensiones.

En la edad media estuvo bajo la jurisdicción del Heredamiento de Las Navas, concedido por reales cartas de Alfonso X El Sabio y Sancho IV El Bravo a Don Mateo, Caballero de Ávila. Los monarcas Fernando IV y Enrique III confirmaron a Don Pedro González de Ávila, el Heredamiento de Las Navas en el siglo XIV.
En 1557, Felipe II hizo a Las Navas cabeza de un amplio marquesado, en el que se incluía Valdemaqueda.

El municipio se encuentra enclavado en la zona ZEPA 56, la más extensa de la Comunidad de Madrid que, con más de 80 000 hectáreas de encinares y pinares, es hábitat de la mayor población de águila imperial, cigüeña negra y buitre negro.
Atravesado por el río Cofio, uno de los principales afluentes del Alberche y sobre el que se alza el puente Mocha, de origen bajomedieval o prerrenacentista y principal reclamo del municipio.

Otras construcciones de interés son la iglesia parroquial de San Lorenzo Mártir (siglos XV-XVI) y la ermita de Nuestra Señora de los Remedios (siglos XVIII-XIX).

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El Puente Mocha

Se le conoce popularmente como Puente Romano. No hay consenso a la hora de datar la construcción de este puente. También es conocido como puente Mocha y como puente de los cinco ojos, aunque solo tenga cuatro. Los autores que defienden su origen romano basan su teoría en las técnicas de construcción empleadas en la parte inferior del puente, por la presencia de dovelas regulares y el  relleno de hormigón, elementos  característicos de la arquitectura romana. Manteniendo que el aspecto que tiene en la actualidad el puente que es típico de la Edad Media,  se debería a posteriores reconstrucciones después de haber sufrido desperfectos por el efecto del agua.

Otras fuentes también vinculan la existencia del puente a la de facilitar el traslado de materiales a la construcción del Monasterio del Escorial. Por lo tanto su construcción correspondería al siglo XVI.

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